San Fernando, Tamaulipas, es uno de los municipios más grande del país, con una superficie superior a Colima, Aguascalientes y el Distrito Federal.
Y es, también, el asiento de parte de mayores reservas de hidrocarburos de México. En su territorio se asienta parte de la Cuenca de Burgos, donde se concentran algunos de los yacimientos de gas de lutitas (también conocido como gas shale) más grandes del mundo.
El municipio, además, es la puerta de entrada a algunas de las rutas principales de tráfico de drogas, armas y dinero.
Las carreteras que cruzan la zona, las pistas aéreas y los pueblos pesqueros en la costa son un preciado botín que desde 2005 disputan tres carteles:
El de Sinaloa, que pretende apoderarse del territorio; Los Zetas lo conquistaron violentamente y El Golfo, que pretende recuperar sus antiguos dominios.
Una guerra que ha dejado miles de muertos que poco se conocen. San Fernando, aseguran pobladores y militares que pretenden custodiarlo, está plagado de masacres y fosas clandestinas. Más de las que hasta ahora se conocen.