Por Erika Liliana López López * Era jueves diecisiete por la tarde del tercer mes del año 2022. Esos días en Culiacán, Sinaloa, donde me encontraba visitando a mis padres, tienen un clima ideal. No hace el calor vaporoso que se pega al cuerpo ni tampoco el frío, que en las pocas ocasiones que aparece, cala debido a la humedad. Sentada en la mesa del comedor junto a mi familia, escuché el timbre de mi celular. La pantalla anunciaba que...