Texto y fotos: Tercero Díaz *
Intentar discernir lo ocurrido durante la IV Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas en unas cuantas cuartillas, resulta una labor muy complicada, las emociones y decisiones de las y los brigadistas, tanto familiares, coordinadores, solidarios, prensa, y demás participantes, resultaron variantes, no solo en el día a día, sino cada hora.
Las jornadas fueron largas y pesadas, despertar antes del amanecer desayunar a pisa y corre, preparar las herramientas y montarnos a las camionetas y autobuses para perder lo menos posible la luz del día en las búsquedas de campo; regresar de noche. El ambiente era un todo, lúgubre, lúdico, educativo, religioso. Se rompe en llanto y se ríe a carcajadas dentro de la Brigada.
Mojados de sudor, recorriendo terrenos planos, subiendo montañas, buscando en cuevas, en pozos; Federales que a veces nos dan raite, Gendarmes que no logran llegar al punto debido a su agotamiento y golpe de calor, peritos buena onda y peritos que no quieren hacer su trabajo: gente con cero voluntad de servir y ayudar. Señoras de 60 años caminando 3 horas pendiente arriba para lograr encontrar un cuerpo. Una vez alguien me dijo “se sube con entrenamiento, pero sobre todo, se sube con el corazón”, así fue la Brigada, más corazón que condición física.
Nadie está preparado para perder un ser querido de tal forma como lo es la desaparición, pero la gran mayoría está preparada para aprender a hacer lo que haga falta para buscar a su persona amada.
Si le debemos entre otras cosas, a los infortunios de las dictaduras del siglo pasado en América Latina, el hecho de que somos el continente de los desaparecidos, en México la desaparición es una historia que se vive en presente.
Con sus hallazgos y labores de difusión y concientización respecto al contexto de violencia que se vive en México, y con una duración de dos semanas, del día 18 de enero al 1 de febrero del año en curso, la Brigada llegó a su término logrando impactar a la comunidad de Guerrero y al país entero.
Durante estos días se realizaron tareas simultáneas en tres ejes:
Búsqueda en campo, donde lograron encontrar poco menos de una decena de cuerpos, más restos humanos en diferentes fosas clandestinas del estado. En su segundo eje, el educativo, se realizaron charlas y shows con colectivos de arte para sensibilizar sobre la problemática de la desaparición. Y en el tercero, la religiosidad, se trabajó con la participación de las diferentes religiones en la entidad para colaborar en la prevención y brindar información sobre este delito en sus comunidades.
Reuniones de luces y sombras hacían las tardes de plenaria en el campamento un ejercicio de retroalimentación entre todos los participantes para ver en qué podía mejorar al día siguiente de búsqueda.
Ya en campo, se planificaba, se agrupaban las personas, se dividían por zonas y se barrían los terrenos, de pronto alguien picaba. “Una varilla!” pedían, “un pico!… una pala!”. Cavaban con precaución para no entorpecer las escenas del crimen, hasta que daba positivo. Algunas madres y abuelas estremecían los campos con sus sollozos, los demás dábamos espacio. Y entonces, los familiares y solidarios se conglomeraban y cantaban un padre nuestro en respeto y honra a la persona encontrada.
Si bien la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas hace un énfasis en que no busca culpar a nadie ni encontrar a los responsables, sino únicamente dar con el paradero de sus familiares, es necesario mencionar la necropolítica en la que México he estado inmerso en las últimas décadas. Podemos ver los síntomas de esta política, ya que detrás de la desaparición de los familiares de la gran mayoría de los casos de participantes en esta IV Brigada, se encuentran policías de todos los niveles, militares y marinos. Podemos ver la violencia, el sufrimiento, el terror y la muerte que fungen como forma de dominación y que no debemos voltear hacia otro lado.
“El 16 de marzo salió de casa, había encontrado un nuevo trabajo por lo que iba a ir a unos departamentos donde vivía el gerente o algo así. Salió de casa entre 8:30 y 9:00 am, ya no regresó. Fui a buscarlo y preguntar, la señora de la tienda que está cerca me dijo que hubo un operativo policiaco y que quizá ahí se lo habían llevado”, comparte Fabiola Pensado madre de Argenis Yosimar Pensado Barrera, desaparecido en Xalapa, Veracruz, el 16 de marzo del 2014.
“En ese tiempo Veracruz estaba en una crisis terrible, sigue estando, pero ese tiempo era el pico de desapariciones por policías. Había una política de desaparición y exterminio de parte de los policías al mando de la máxima autoridad que era el secretario de seguridad pública. El nombre del secretario es delicado decirlo, pero todo el mundo lo sabe, Arturo Bermúdez, quien estuvo en la cárcel, es el peor sanguinario y asesino que te puedes imaginar, fue el secretario del ex gobernador Javier Duarte, que también terminó en prisión. Arturo tenía toda una red, un grupo para torturar, otro para levantar chicos, porque negociaban con el crimen organizado, y ellos mismos les daban permiso a la delincuencia para raptar, porque les hacían falta muchachos. En Veracruz hay muchos casos donde se llevaban a chicos incluso de campos de futbol. Iban y se los llevaban a todos, y todos están desaparecidos. El operativo donde desapareció mi hijo, todo el mundo lo miró, sin embargo, ese operativo no estaba registrado ni agendado oficialmente en la Secretaría de Seguridad Publica”, concluyó Fabiola.
Ricardo Alexander Méndez Ayala, desaparecido el 31 de marzo del 2016, es hijo de Susana Guadalupe Ayala. Ella lo acompañó a una parada para esperar el transporte en El Salado, Sinaloa, y nunca más lo volvieron a ver. “Regresé al sitio donde lo dejé y me dijeron unos señores que andaban vendiendo por ahí, que a mi hijo lo habían levantado los quema ranchos. Los quema ranchos, así se les dice a los militares, se dedican a detener a la gente, según ellos a gente que anda haciendo males, pero es mentira porque ellos se dedican a levantar a cualquier muchacho y golpearlo hasta cansarse para que les digan quienes son los delincuentes, y si no aguantan los golpes, dicen que los desaparecen. Yo hasta este momento no sé nada de mi hijo, no sé qué hicieron con él”, comentó Susana Guadalupe.
“Como hijo era el mejor, de carácter fuerte, era el mayor, él me decía que cuando sea grande va ser maestro y yo no iba tener que trabajar, te voy a tratar como una reina me decía. Aunque a veces chocábamos, pues estaba en la edad de los 18 años, le di demasiada responsabilidad”, comentó Elba Hernández, madre de Brayan de Jesús Hernández Gutiérrez, desaparecido el 28 de abril del 2018 en Poza Rica, Veracruz.
“Recuerdo unos stands de vendedores, un señor me hacía señas con los ojos y me decía que me acercara, me dijo que hiciera como si estuviera comprando, fíjese en los productos o algo, me decía. Y continuó -se los acaban de llevar ahorita, el que vio claramente fue el bolero-. El bolero no me quiso decir nada, le lloré le rogué y supliqué. Después se compadeció de mí y me dijo -se los llevaron, no sé quién, una camioneta gris de la Fuerza Civil-, o sea policías, son como municipales. -No sé cuántos hombres eran, pero llevaban armas y no venían uniformados, el carro es de Fuerza Civil, entre ellos iba una chica de pelo muy cortito-, inició mi martirio”, comentó Elba.
María Herrera tiene cuatro hijos desaparecidos. Jesús Salvador Trujillo Herrera, Raúl Trujillo Herrera, Gustavo Trujillo Herrera y Luis Armando Trujillo Herrera. Los primero dos desaparecieron el 28 de agosto del 2008 en Atoyac de Álvarez, Guerrero. Raúl y Gustavo el 22 de septiembre del 2010 en Poza Rica, Veracruz, tras ser detenidos en un retén de la Policía Estatal, no se supo más de ellos.
“Las coordenadas de sus teléfonos nos indicaron tres lugares por donde los trajeron. Su última localización fue en un cuartel del ejército y ya de ahí no supimos nada. Ese fue el último punto que registraron sus celulares. Otro punto donde estuvieron antes fue una zona de policías donde reclutan gente y que también es un punto de revisión”.
“Si hubieras visto la alegría de mi casa cuando estaban todos mis hijos, era algo tan bonito, todos eran tan diferentes, pero había mucha armonía y alegría. Todos tenían algo especial. Jesús Salvador nunca lo veía triste, enojado, no, pasaba por todo y jamás estaba enojado. Gustavo siempre andaba de bromista, haciéndome reír, diciéndome cosas para hacerme feliz, ese era su carácter, siempre llegaba cantando, sabíamos que iba entrando a la casa porque empezaba a gritar desde que iba en la entrada. Y así todos tienen algo”, concluyó María Herrera.
La IV Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, conformada por 60 colectivos de 19 estados del país, coordinados por la Red de Enlaces Nacionales, llegó temporalmente a su fin, con el hallazgo de 7 cuerpos y decenas de restos encontrados en diversas fosas clandestinas del estado de Guerrero.
*Tercero Díaz es fotoperiodista y comunicólogo.
Contacto: tercero.foto@gmail.com