Por Heriberto Paredes
Prefacio
Del 28 de abril al 11 de mayo de 2019, la Quinta Caravana Internacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas llevó a cabo un recorrido por siete municipios de Michoacán. El recorrido comenzó en Morelia y continuó por Los Reyes, Sahuayo, Zitácuaro, Huetamo y Lázaro Cárdenas-Aquila. Desde mediados de 2018 aumentó la presencia de caravanas y brigadas de búsqueda, y desde inicios de 2019 adquirió peso la mezcla de dos estrategias: búsqueda en vida y búsqueda en campo.
Primero, a mediados de noviembre de 2018, una caravana –la Cuarta Caravana Internacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, también en Michoacán– visitó penales y revisó expedientes del Servicio Médico Forense (Semefo) además de aplicar métodos de sensibilización en plazas públicas y centros educativos. A comienzos de 2019, la Cuarta Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, realizada en la zona norte de Guerrero, realizó múltiples hallazgos de restos humanos y colocó de nuevo la existencia de fosas clandestinas en la opinión pública.
Fue el Colectivo de Madres Igualtecas, que a inicios del 2019, combinó por primera vez la búsqueda en vida y la búsqueda en fosas, junto con la sensibilización en centros educativos y plazas públicas. Tuvieron buenos resultados.
Esta Quinta Caravana, en Michoacán, es el segundo esfuerzo que combina estrategias con diversos resultados, y con muchos aprendizajes para continuar en la búsqueda de personas desaparecidas. Durante todo el trayecto, la caravana contó con la presencia de la Comisión Estatal Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEEAV), de manera intermitente por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), de Policía Michoacán y en el último tramo por Policía Federal, Secretaría de Marina (SEMAR) y por algunos elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).
Los datos al término de la caravana son los siguientes: 17 casos de posibles positivos, de los cuales, 11 fueron documentados en el municipio de Zitácuaro, 3 en Sahuayo, 2 en Huetamo y 1 en Los Reyes. También se registraron 40 casos nuevos de desaparición, al cual le darán seguimiento los colectivos que participaron en la caravana, principalmente Familiares Caminando por Justicia, por ser las anfitriones.
El pasado 14 de mayo, el gobierno federal dio a conocer un reporte de fosas clandestinas registradas en el periodo de diciembre de 2018 al 13 de mayo de 2019, con reacciones adversas, ya que existen fallas en los número totales y por estado de hallazgos de restos humanos, pero sobre todo, porque no contempló muchos de los resultados que las búsquedas hechas por familiares han arrojado en el mismo periodo delimitado por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Teniendo esto como marco contextual, comparto una síntesis de mis notas de viaje, hechas durante el acompañamiento periodístico que hice de la Caravana.
Día 2. 29 de abril. Los Reyes
Ahora sí se siente el inicio de la Caravana, hemos comenzado el recorrido y atrás queda Morelia, en donde no hubo marcha. En noviembre pasado hubo marcha y se concluyó con la exposición de fotos y mantas frente a la plaza principal. Esta vez no, pero en cambio, hubo un taller de antropología forense que le interesó a muchas familias que todavía no están familiarizadas con las búsquedas en terreno y en fosas.
En la cena final de la jornada de Morelia, las autoridades de la CEEAV hicieron todo lo posible por demostrar que habían mejorado su actuación desde noviembre y ahora también invitaron a otras autoridades, como la comisionada de esta institución y a los representantes de la Policía Federal y del ayuntamiento de Huetamo. Todos afirmaron estar en la mejor disposición de apoyar a la caravana.
Invitaron la comida pero ningún funcionario cenó con las familias.
Será inevitable la comparación de esta caravana con la anterior, el tiempo entre cada una es escaso, tan sólo 5 meses. De inmediato se ven algunas necesidades que deberán atenderse constantemente en este recorrido: el análisis de seguridad, la coordinación entre colectivos que tienen formas distintas de funcionamiento y la presencia de un amplio grupo de estudiantes de psicología que voluntariamente estarán presentes en todo este proceso.
En una reunión nocturna, en el patio del convento que nos recibe en Los Reyes, alguien pregunta la razón de no exigir justicia en las consignas y en la búsqueda. Es una compañera de Ecuador, Lidia, quien hace el planteamiento y se le explica que es porque no se quiere perder la más mínima posibilidad de obtener información sobre las personas desaparecidas, por lo que al exigir justicia en los penales o en las calles esto se puede ver como una confrontación, como algo que puede incomodarle a un interno que pudiera dar información valiosa.
No es menor esta situación. En un lugar como este municipio, la relación con la justicia es complicada desde que un grupo de habitantes se armaron y se unieron a las fuerzas de autodefensa a mediados de 2013, cuando buena parte del estado estaba en efervescencia. Cuando vine a reportear a esta zona en este entonces, me di cuenta que la posición de puente entre la meseta p’urhépecha –con formas particulares de crimen organizado tanto como de modos únicos de organización indígena– y Tierra Caliente era una joya disputada por Los Caballeros Templarios.
Aquí hubo muchos enfrentamientos y una gran balacera en el centro de la cabecera municipal. Aquellos jóvenes caídos en esos días y la demanda de paz se perdieron entre la maleza de las barricadas hoy abandonadas. En 2013 conocí en Los Reyes a tres menores de edad que habían sobrevivido a masacres cometidas por el crimen organizado y sólo habían encontrado en las autodefensas un refugio. También había muchos vigías de los Templarios que habían decidido cambiar de jefes. En los combates murieron muchos de estos jóvenes. No hay datos de sus nombres, familias o de dónde quedaron sus cuerpos. En este terreno lleno de desaparecidos hemos comenzado esta Caravana.
«Es más grande la esperanza que el miedo» me dijo Elba, una madre de Poza Rica, Veracruz, que busca a su hijo Brayan. Ella es de las mujeres que, además de buscar a su hijo, hacen lo posible por organizar esta búsqueda. Siempre lleva la foto de su hijo colgando del cuello y es solicitada por todas y todos los caravaneros.
Para Victoria, proveniente de Piedras Negras, Coahuila, el hecho de haber llegado a un colectivo resultó algo triste, como la confirmación de la desaparición de su hijo. Sin embargo, nos cuenta en su entrevista que poco a poco va agarrando más fuerza para seguir buscando. En su intervención en el foro del Colegio de Bachilleres, Betsy, hermana de un chico desaparecido en Iguala, Guerrero, dijo una frase que resume la estratificación de la violencia en México: «A los ricos los secuestran, a los pobres los reclutan».
En Los Reyes comienza la aparición de diversas patrullas de Policía Michoacán, muchas de ellas, sospechamos, clonadas, o porque no tienen placas o porque no son los vehículos que oficialmente usa esta corporación.
Día 4. 1 de mayo. Sahuayo
En esta cabecera municipal, el padre que ofició la misa afirmó que «la desaparición y el asesinato no son voluntad de Dios, así que hay luchar contra ellos», pero la realidad es mucho más compleja y parece que el miedo ha hecho su trabajo en este municipio. La gente mira con recelo a la caravana y en voz baja se acercan a preguntar quiénes somos y a qué venimos.
A nuestra llegada, el secretario municipal, un señor alto llamado Luis Villaseñor y a quien nunca volvemos a ver para obtener más información, afirma que en Sahuayo hay al menos 150 casos de desaparición. No dice en qué periodo, ni el perfil de las personas. Se toma la foto con toda la caravana y se sube a su auto.
Investigando un poco en los medios locales pude encontrar varias referencias a que el tramo carretero que une la localidad de Venustiano Carranza con La Barca (Jalisco) ha sido el escenario de un número indeterminado de secuestros, desapariciones, retenes de supuestas policías que piden dinero y sobre todo de feminicidios. No hay autoridades para cotejar esta información y los periodistas locales también se esfuman. Nuestros únicos interlocutores son los padres de la iglesia católica local y los funcionarios de la CEEAV, quienes han planificado un viaje extremadamente peligroso: recorrer este mismo tramo pero a la medianoche, con la mayoría de los participantes de la caravana ignorando esta decisión. Algo hay que hacer.
Día 6. 3 de mayo. Zitácuaro
Afortunadamente llegamos a salvo a este nuevo punto de la Caravana, sin embargo, la seguridad se ha vuelto un tema que ha ocupado nuestra atención, incluso por encima de la cobertura. Decidimos solicitar el apoyo del gobierno federal para el resto del recorrido y no escatimar precauciones.
Teníamos cita en el Centro Penitenciario Hermanos López Rayón, un penal más grande que el de Sahuayo, el cual visitamos en el punto anterior y que tiene a un costado al Semefo y a la Fiscalía Regional. Su director, Rafael Salazar Esquivel cierra el número de personas internas en 272 hombres y 15 mujeres, incluyendo a una niña de 1 año y medio; al parecer los delitos más comunes incluyen homicidios, violación y robo y las penas van desde 10 hasta 70 años. El lugar tiene un área de castigo y las divisiones clásicas que separan a los procesados de los sentenciados. Salazar señala que hay un área para personas vulnerables y que del total de la población hay 40 indígenas.
Es la primera vez que a la prensa la dejan entrar con cámaras fotográficas y de video a un penal, pero parece ser que las autoridades están interesadas en que registremos con precisión esta visita de la Caravana.
Nuestra estancia tiene efecto y varios posibles positivos son registrados por el equipo de apoyo psicosocial y algunos presos aprovechan la presencia de la CNDH para denunciar tratos injustos e incluso tortura en sus procesos. Antes de retirarnos, el director nos da un almuerzo y varios de los internos ofrecen los productos que manufacturan para sobrevivir: hay llaveros, rosarios, taburetes de madera, zapatos, huaraches, grabados en madera y bolsas hechas con envolturas de frituras.
Día 7 y 8. 4 y 5 de mayo. Zitácuaro
Hoy comienza un proceso largo pero indispensable: la revisión de expedientes de personas no identificadas que tiene el Semefo a nivel estatal. En la Caravana de noviembre empezó y a pesar de las reuniones que se hicieron, esta labor no pudo terminarse, por lo que ahora resulta una de las actividades principales.
La revisión duró más de 5 horas. Una de las observaciones que despertaron más polémica surge de la explicación que hizo una perito odontóloga. Ella dice que la necropsia se hace a los cuerpos al momento de ingresar al Semefo, pero que los exámenes dentales a veces se hacen una semana después, lo que explicaba la diferencia en el estado de descomposición de uno de los cuerpos, entre las fotografías de ingreso y las que mostraban sus dentaduras.
El segundo expediente que fue señalado con esta situación resultó, horas después, un positivo confirmado, ya que a la reunión con Semefo asistió una persona que buscaba a su hermano y a través de esta revisión pudo identificar un cuerpo que tenía el tatuaje de su familiar. La desaparición ocurrió el 15 de abril y la exhumación y entrega del cuerpo identificado se realizó hoy.
Luego de la revisión de expedientes y la marcha programada, una pequeña comisión de la Caravana acude al panteón municipal para documentar la exhumación del hombre de 31 años. La prensa no sabe mucho, pero se le apresura a subirse al vehículo porque todo será muy rápido y podemos perder el hecho. Las personas de la Caravana también tienen poca información.
Llegamos al panteón y los peritos que harán la diligencia llegan al lugar, acordonan la zona y de inmediato se dirigen a donde están enterrados algunos cuerpos. Horas antes, el coordinador de Servicios Periciales, Pedro Gutiérrez Gutiérrez comentó que en Zitácuaro no había fosa común, entonces, ¿dónde está enterrado el chico que acaba de ser identificado si a la familia se le dijo que justo dos días antes había sido puesto en la fosa común?
Mientras los peritos se colocan el traje blanco conocido como tyvek, los encargados de la funeraria que se llevará el cuerpo identificado llegan y preguntan dónde es la exhumación. Pasan con un féretro azul y llevan batas blancas y tapabocas.
Antes de pasar a tomar fotografías y video, platico con un familiar, está muy dolido y casi no articula palabras, pero insiste en dar la entrevista para que «quede un registro». Entre sus comentarios está la sorpresa en la agilidad de los trámites para la exhumación.
De hecho, muchas de las personas que están ahí documentando paso a paso este procedimiento se preguntan, qué ha pasado para que este procedimiento ocurra tan rápido y sin ningún inconveniente, por qué en otros casos han transcurrido hasta años para que una exhumación sea posible y luego ha pasado tiempo para llevar a cabo la identificación.
Entro al perímetro y me acerco al borde de la fosa. El tyvek me acalora en la noche fría, la cámara está cubierta por una protección de plástico que normalmente sirve para la lluvia. Nadie me mira ni me impide acercarme tanto. Empieza a subir ese olor a muerte que no se borra nunca y tomo las primeras imágenes de lo que parece una bolsa blanca de un material similar al traje que llevo. Al tyvek vamos y del tyvek venimos.
Entonces los peritos sacan uno de los cuerpos, lo acomodan a un costado y puedo darme cuenta de que la fosa es muy pequeña, no hay espacio para que los cuerpos estén estirados completamente y no hay división entre uno y otro tal y como lo marca, al menos, el protocolo de la Cruz Roja.
Sacan una segunda bolsa y me incomoda lo que hay detrás de una pregunta que hace don Julio (uno de los coordinadores de la Caravana): ¿esta persona fue destazada? ¿por qué es más chica la bolsa? Los peritos, mudos, dejan el cuerpo al lado del primero, se acercan a un costado y buscan el número de expediente que confirma que no es el cuerpo que buscan. El perito que está dentro de la fosa responde que se trata de 4 cuerpos y no de 3, cuando le pregunto que afuera del perímetro la gente de la Caravana quiere verificar el dato de cuántos cuerpos están en este minúsculo hueco.
Salgo del perímetro y me quito el tyvek para que otro fotógrafo entre, le paso la protección para la cámara e informo de lo visto. Cada detalle es importante, porque algo particular pasa en la actitud tan amable de las autoridades. Sin embargo, por ahora hay que reconocer que lo fundamental es que a la familia del muchacho identificado se le acaba de ahorrar el enorme peso de la incertidumbre y la búsqueda.
Horas después, al dar un pequeño informe a la Caravana, don Julio comenzará diciendo que este es un país de contradicciones, sobre todo al celebrar cuando se encuentra el cuerpo de un desaparecido.
Antes de irnos del panteón, sabemos por los periodistas que entran a la última parte de la diligencia que se sacaron 4 cuerpos de esta fosa no oficial, y que uno de ellos tenía, en efecto, el tatuaje que servía de identificación. Los peritos piden que todos los tyvek y tapabocas sean colocados encima de la pila de 3 cuerpos antes de ser nuevamente enterrados. No sabemos quiénes son ellos y posiblemente nunca lo sabremos.
Hablo de una fosa no oficial pero las preguntas son muchas: ¿esta fosa es una fosa común que no cumple con los protocolos internacionales respecto a la separación de cuerpos y la señalización y ubicación dentro de un panteón? ¿Es una fosa improvisada que el gobierno municipal o estatal pretende convertirse en una fosa común? ¿Hay sólo una o hay más dentro de este panteón o dentro del estado? Lo que es cierto es que los peritos ya sabían dónde estaba localizada y que no estaba señalizada, es decir, que no había ni loza ni placa ni nada que indicara su existencia.
Tomo mi tapabocas y la protección de la cámara y me doy cuenta de que se han impregnado del olor a muerte, así que los tiro a la basura. No se hace prueba de ADN, no hay –insisto– traba alguna en el papeleo, pero me entero que el cuerpo fue llevado a la tenencia de donde era originario y que como no hubo enterrador disponible a esa hora de la noche, sus familiares hicieron una comisión para cavar el hueco en donde descansarán sus restos y su familia pondrá una ofrenda.
Antes de salir del perímetro, el representante de la CNDH me pide que le tome una foto donde salga él y su chaleco con las siglas de la institución, me da su teléfono y tomo la foto. No sé qué me da más asco, el olor a muerte o la foto del funcionario.
Día 8. 5 de mayo. Huetamo
Desconozco la razón, pero supongo que es por falta de infraestructura adecuada en esta población, lo cierto es que hoy la Caravana fue recibida en las instalaciones del cuartel regional de Huetamo y se nos pide no tomar fotografías, respetar el horario del comedor y ocupar una litera en los dormitorios.
Dormimos al lado de algunos policías, tanto en el dormitorio de hombres como de mujeres. Las camas son cómodas y los baños están limpios, el calor en las calles es insoportable. No hay ni visita a penales ni revisión de expedientes de Semefo.
Día 14. 11 de mayo. Caleta de Campos (fin de la Caravana)
Durante estos días en la Costa Michoacana se han realizado ya tres búsquedas y de estas sólo la primera arrojó hallazgos de posibles restos óseos humanos, 43 piezas exactamente. Fue en la localidad de Tizupan, municipio de Aquila, en donde se llevó a cabo acción. Fue una jornada larga porque además de la revisión de la fosa que había identificado Evangelina Contreras Ceja con anterioridad, un segundo grupo de miembros de la Caravana había revisado un perímetro cercano.
En esta región de la costa, el sol y el calor no son elementos secundarios, pueden hacer la diferencia entre las condiciones óptimas de búsqueda y los colapsos por insolación, por lo que deberíamos haber empezado mucho más temprano y esto, además, permitiría tener más horas de luz natural. Afortunadamente tuvimos un equipo de solidarios y familiares que se encargaron de administrar los sueros para hidratar a las personas buscadoras.
Entre todo lo ocurrido en estas tres búsquedas, fue la primera jornada la que tuvo mayores detalles que merecen la pena mencionarse junto a algunas preguntas para reflexionar.
Empiezo por lo más básico: antes de iniciar el traslado al punto de búsqueda llegaron 32 peritos de la Fiscalía Estatal, junto con la directora de la Unidad Médica de Servicios Periciales, la doctora Mariana Ponce, quien encabezó la revisión de los expedientes del Semefo y que ha escuchado atentamente las críticas y observaciones de las familias en las dos Caravanas. También llegó el coordinador de esta área, Pedro Gutiérrez Gutiérrez, pero no supimos nunca quiénes eran las personas que venían con ellos, cuál era la especialidad de cada perito ni cómo se distribuirían durante la búsqueda.
Llegando a la primera fosa en donde se buscaría, el personal de la Fiscalía se colocó los tyveks, consideró un perímetro y lo señaló con cinta amarilla y comenzó la búsqueda. Una hora y media después, este equipo de peritos había encontrado restos grandes: un zapato, un machete, algunos casquillos pero nada de posibles restos de óseos. Embaló sus hallazgos y comenzó a retirarse de la escena sin decir nada.
Una escena de búsqueda revisada por cualquier fiscalía debería contar, idealmente, al menos con un perito criminalista, un perito arqueólogo, un perito antropólogo, un perito en fotografía, un perito en audio y video y un perito en topografía, coordinados todos ellos por un Ministerio Público, quien tiene las facultades para iniciar una averiguación previa o abrir una carpeta de investigación. En esta primera actuación de la Fiscalía Regional en terreno, no había peritos antropólogos ni arqueólogos, pero esto lo sabríamos después, una vez que revisamos la información que circuló ese día.
Cuando salen los peritos y entran las familias a buscar, no pasaron ni 20 minutos cuando Tranquilina Hernández, de Cuernavaca, Morelos, encontró el primer fragmento óseo, señalado por una antropóloga física independiente, que acompañó la caravana, como un posible resto humano, una falange.
Tranquilina busca a su hija Mireya, pero se ha vuelto una experta en búsqueda y ha participado en caravanas y brigadas hasta obtener una experiencia y un conocimiento que deberían tomarse en cuenta por parte de las instituciones del Estado. Ella, junto con varios de los chicos de Iguala estuvieron aplicando otro método importante de búsqueda: cribar la tierra con mucha precisión. Encontraron, además de los restos óseos, botones, balas, resortes de ropa interior femenina y monedas.
El personal de la fiscalía miraba con caras largas cómo este grupo de familiares de personas desaparecidas lograba lo que ellos no pudieron o quisieron.
¿Qué pasa en esta situación, se trata realmente de una incompetencia de la Unidad de Servicios Periciales o se trata de una actuación con dolo por parte de las instituciones? Me revuelve la incertidumbre de no poder confiar en quienes deberían ser profesionales en búsqueda, pero me recuerdo de inmediato que en el estado de Michoacán aún no hay Comisión Estatal de Búsqueda y que a veces las autoridades que tienen el papel de facilitarle las cosas a las familias hacen exactamente lo contrario.
El coordinador de Servicios Periciales me dice frente a la grabadora que se trata de un trabajo conjunto, que ellos salieron de la escena de búsqueda para que la Caravana entrara e hiciera su propia búsqueda, pero suena a una falsa explicación improvisada al momento.
Si hubiera un trabajo coordinado, se haría una certificación de peritos independientes aportados por las familias que, junto a los de la fiscalía, realizaran la búsqueda palmo a palmo de manera sistemática. Si hubiera un trabajo coordinado entre instituciones del Estado y las familias organizadas en colectivos, no habría las inconformidades que existen y sobre todo, habría hallazgos, identificaciones, resultados concretos.
Ahora pienso en algo que podría ser un detalle, pero que hizo la diferencia en esta primera jornada de búsqueda: la manera de cribar la tierra por parte de los peritos de la fiscalía fue torpe, como si cribaran la tierra para una construcción y quisieran hacerla mezcla de cemento. Colocaron la criba de manera inclinada recargada sobre una varilla T y lanzaban paladas de tierra y listo, si no había restos grandes no buscaban más.
En cambio, los familiares que buscaban con la criba, la colocaron de manera horizontal y a cada palada varias manos enguantadas revisaron con detenimiento si una piedra o pedazo de madera tenía un aspecto raro, se le consultaba al personal solidario especializado y sobre eso se consideraba el hallazgo.
Hubo otras dos búsquedas, una en un punto llamado Popoyuta y la última en un punto conocido como La Soledad. No hubo hallazgos de posibles restos óseos humanos y las jornadas fueron extenuantes. En un punto se trató de un rastreo en la extensión de un río que permanece sin agua durante la temporada de secas, se buscaba una camioneta completa que guardaría en su interior los cuerpos de dos personas, al parecer todo había sido enterrado. En el rastreo final, el terreno era muy complejo, con barrancas y mucha maleza que podía facilitar el extravío de miembros de la caravana.
En la jornada de búsqueda del río, hizo acto de presencia el fiscal regional de Lázaro Cárdenas, Francisco Herrera Franco, quien llegó escoltado por 10 policías ministeriales y cuya presencia generó un apuro por parte del personal de la Fiscalía en recolectar indicios: girones de ropa sobre todo.
Así termina esta caravana y queda el trabajo posterior en que se procesan los datos y se le da seguimiento a los resultados concretos. Pienso, por todo lo visto en estos días en relación a las autoridades, que a pesar de que dicen hacer su mejor esfuerzo, no basta, que cada concesión que se le hace al Estado resultará, tarde o temprano, en un golpe duro de burocracia, incertidumbre e ineficacia que dejará una memoria triste en la confianza de las familias. Ellas, por su parte, seguirán buscando y seguirán fortaleciéndose a cada paso que den.