Por Celia Guerrero y Mayela Sánchez / Autoras del podcast “El agua hablará”
Como periodistas, a veces basta con un instante para que una historia nos resuene y enganche, así nos pasó a las creadoras del podcast El agua hablará al investigar sobre la desaparición y búsqueda de personas en cuerpos de agua en México.
La idea surgió en noviembre de 2018, en la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación. Colegas colombianos del sitio Rutas del conflicto presentaron su trabajo Ríos de vida y muerte sobre los hallazgos de cuerpos de personas desaparecidas en ríos de Colombia. Por los paralelismos que suelen hacerse entre las dinámicas de la violencia en ambos países, nos preguntamos si en México sucedería algo parecido. Es decir, si los ríos estarían siendo utilizados como sitios para desaparecer personas, tal como sabíamos que sucedía con las fosas clandestinas.
A medida que investigamos, detectamos diferencias significativas del fenómeno en ambos países. Entendimos que la relación de los colombianos con los ríos es particular y eso nos obligó a mirar otros cuerpos de agua en México (presas, lagos, pozos) que igualmente podrían estar usándose como sitios de desaparición.
Nos encontramos con la falta de datos oficiales sobre el hallazgo de cuerpos o restos (si se trata de personas reportadas como desaparecidas) y sobre los lugares donde éstos son encontrados. Los únicos esfuerzos que existen al respecto son de los propios familiares de personas desaparecidas y de iniciativas periodísticas o de organizaciones civiles. Pero esa información o no está sistematizada o es documentada de diversas maneras y se encuentra dispersa.
Además, la narrativa de los sitios usados para la desaparición se centraba tanto en los entierros clandestinos, que mediáticamente se había prestado poca o nula atención a los hallazgos de personas reportadas como desaparecidas en cuerpos de agua, por ello consideramos que intentar documentarlos a partir de información publicada por la prensa era un ejercicio importante pero con resultados sesgados.
Otra diferencia con Colombia es que en México no suele reconocerse un conflicto armado entre bandos con capacidades militares, sean grupos legales o ilegales, ni se han documentado suficiente los motivos reales de la desaparición masiva de personas. Acaso se aceptan estrategias de instituciones del Estado para combatir grupos delictivos y del narcotráfico, pero no se admite que la crisis de desapariciones es una de las consecuencias de la militarización de la seguridad pública en el país.
Como parte de esta negación, también se asume que los perpetradores de la violencia carecen de métodos para la desaparición de personas. Al no pensarse como una “decisión táctica” para ocultar evidencia, infundir terror o imponer un castigo (como lo documentaron los periodistas colombianos), las comunidades prestan poca atención a otros lugares, además de las fosas clandestinas, que podrían ser usados para ocultar cuerpos.
Las dinámicas de desaparición definitivamente difieren de un país a otro. Y nosotras queríamos entender la lógica detrás de las desapariciones en cuerpos de agua en México. Es decir, si la intención de esta práctica es ocultar cuerpos, o desintegrarlos, o que el curso del agua los mueva de lugar y sea imposible rastrearlos, o que la fauna termine el trabajo. Comprendimos que primero debíamos conocer dónde y cómo estaban sucediendo este tipo de desapariciones.
Lo que sí encontramos fue que en México se estaban realizando esfuerzos importantes de búsqueda de personas desaparecidas en agua por parte de grupos de familiares de víctimas, pero pasaban desapercibidas porque eran las menos y no había interés de las autoridades por realizarlas. El apoyo institucional en estos casos era clave al tratarse de búsquedas más complejas, que requerían de equipamiento, capacitación y metodologías especializadas.
También reconocimos que, si bien las búsquedas en agua eran pocas comparadas con las búsquedas en fosas clandestinas, no significaba que hubiera menos casos. Para llegar a esa conclusión tendrían que conocerse todos los sitios que han sido usados en este país para desaparecer personas.
Estas reflexiones nos llevaron a cambiar nuestro enfoque inicial: pasamos de intentar dimensionar las desapariciones en cuerpos de agua a fijarnos en los esfuerzos de búsqueda que se estaban haciendo en esos sitios, con el fin de comenzar a documentar esas otras pesquisas y señalar que la búsqueda de personas desaparecidas en México no se limita a las fosas clandestinas.
La investigación del tema también nos generó interrogantes a nivel personal y profesional:
¿Cómo abordar una temática que, a pesar de ser conocida y terrible, continuaba (y continúa) sucediendo? Como periodistas sabíamos que teníamos un ángulo novedoso, pero eso no sería suficiente ni para los medios ni para la audiencia. Incluso un editor nos dijo: “es una historia más de desaparecidos”.
¿Cómo atajar desde el periodismo esa apatía social que ha normalizado y deshumanizado el horror que significa un país con más de 73 mil personas desaparecidas?
También teníamos el reto de narrar y transmitir lo que el agua significa como sitio de desaparición. Lo reflexionamos constantemente: el agua es un elemento que posibilita la vida humana y, al mismo tiempo, puede ser un espacio ideal para diluirla. ¿Qué palabras utilizaríamos para expresar y dimensionar su poder como escondite, como fuerza abismal que todo engulle y desintegra?
Otra preocupación era si frente a lo apabullante del tema del que se habían escrito escuetas notas periodísticas que relataban los hallazgos, ¿bastaría con un reportaje, por más de largo aliento que fuera, para dar cabida a lo que sabíamos, lo que intuíamos y lo que queríamos decir?
Para resolver estas inquietudes apostamos por un formato nuevo para nosotras: el podcast.
No se trataba de llevar un reportaje escrito a un formato de audio ni de producir una crónica radial, sino de usar los sonidos para crear una narrativa que nos permitiera contar un fenómeno complejo a profundidad.
Intuíamos que de esa manera podríamos captar la atención e impactar en una audiencia a través de la escucha directa de los testimonios de quienes buscan a sus seres queridos. Y no sólo eso: por medio de los sonidos podrían sentirse con ellas y ellos durante las búsquedas; acompañarles en los momentos en que las autoridades, en lugar de ayudar, complicaban los operativos; sentir la tensión de enfrentarse a los obstáculos y dificultades para lograr una búsqueda; y escuchar en cada acción la perseverancia de las y los buscadores.
Hacer un podcast de investigación nos pareció un buen camino para llegar a públicos más amplios. Por eso decidimos traducirlo al inglés, porque nos interesa que estas historias se conozcan más allá del ámbito local.
Al enfocarnos en historias de personas desaparecidas y búsquedas en el agua queríamos recordar que las desapariciones en México existen y persisten y que no hay una forma ni espacio único en que las personas son desaparecidas y buscadas por sus familiares. Frente a ello, la obligación de las instituciones del Estado es buscar primeramente en vida y en todos los sitios posibles, con personal capacitado y el equipo necesario para recuperar e identificar a las personas desaparecidas independientemente del escenario.
Para nosotras, hacer de una investigación periodística un podcast no es sólo apostar por un formato diferente, sino apostar por un efecto amplificador y que el tema de las desapariciones y búsquedas de personas en agua resuene en quienes lo escuchen como resonó también en nosotras.
Esa apuesta se llama El agua hablará y lo hacemos con la esperanza de que sea como una botella lanzada al mar, que llegue a oídos de personas que están buscando a sus familiares en cuerpos de agua y quieran compartir sus historias.
También es un llamado a especialistas (buzos, bomberos, antropólogos, arqueólogos) que puedan ayudar a las buscadoras y buscadores a explorar esos lugares de maneras más seguras y eficaces, y a recuperar e identificar a las personas ausentes. O a nosotras, las investigadoras de este podcast, a continuar narrando estos relatos desde todos sus ángulos.
Pueden escuchar el primer episodio de El agua hablará en: www.bajotierramedia.com
*Celia Guerrero y Mayela Sánchez son periodistas independientes mexicanas, autoras del podcast “El agua hablará”.