Miguel Mezquida Fernández/Invitado GIASF*
En el contexto mexicano, como en el reciente caso de los hallazgos en Teuchitlán, Jalisco, y en torno a la búsqueda de las más de 120 mil personas desaparecidas, se ha hecho evidente la falta de personal capacitado para las tareas de localización e identificación y, sobre todo de grupos interdisciplinarios que atiendan las necesidades que se presentan. Desde el GIASF, saludamos a todos los equipos de investigación alrededor del mundo y reiteramos el compromiso con las y los familiares de las víctimas.
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La Antropología y la Arqueología Forense modernas (desarrolladas desde los años 80 del siglo pasado), se enfrentan a muchos y complicados retos a nivel mundial, aunque en cada país tienen contextos particulares, determinados por los contextos sociopolíticos. Recientemente, en el Simposio Internacional de Arqueología y Antropología Forense ante Conflictos Contemporáneos[1], organizado por la Universidad Internacional de Valencia (VIU), la Asociación Científica ArqueoAntro y el Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y Ciencias de Valencia y Castellón, se conversó con relación a la necesidad de formar nuevos científicos que afronten los procesos de investigación, localización, excavación, exhumación e identificación de víctimas desaparecidas en diferentes contextos de violencia y de vulneración de derechos humanos. En general, en el mencionado simposio observamos muchos puntos en común entre los equipos interdisciplinares que actúan en España y en Iberoamérica.
Principalmente, vimos cómo la falta de recursos económicos es el principal escollo en cada uno de los equipos que intervienen en Argentina, España, Guatemala, México o Paraguay. En esta falta de financiamiento, muchas veces entra en juego el desinterés gubernamental de algunos países, liderados por ciertas corrientes políticas (normalmente conservadoras, en ocasiones, extremistas), que dejan sin apoyo a los equipos técnicos, tanto en lo económico como en otros aspectos.
Desde la creación del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), uno de los grandes impulsores de la Antropología y la Arqueología Forense modernas que hoy conocemos, y gracias a los protocolos internacionales que se han ido desarrollando, como el Protocolo de Minnesota (primera versión de 1991, y última revisión de 2016), o el Protocolo de Estambul (2004), existen pautas básicas a la hora de afrontar la búsqueda de víctimas desaparecidas y/o torturadas. En nuestros casos, los dos Estados han generado, incluso, protocolos propios, tanto México (Protocolo Homologado para la Búsqueda de Personas Desaparecidas y No Localizadas), como España (Protocolo de actuación en exhumaciones de víctimas de la guerra civil y la dictadura).
Sin embargo, estos protocolos no siempre han garantizado que los procesos de búsqueda se hagan con equipos interdisciplinares adecuadamente formados y especializados, o que esto no derive en una mercantilización de las exhumaciones. Desgraciadamente, el desamparo de los familiares de víctimas ha provocado que sean ellas mismas las que lleven adelante las exhumaciones, tal y como sucedió en España durante la época de la Transición (1975/1985). O como aún ocurre en muchas ocasiones actualmente en México [1].
Por tanto, como hemos dicho otras veces, la recuperación de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en España [2] no es una moda [3], como tampoco lo es en México, sino que es una necesidad vital para gran parte de los familiares de las víctimas Por ello, es innegable, el interés de estos familiares, pero también de buena parte de nuestras sociedades, que demandan no sólo la recuperación, en general, de su memoria, sino que también, desde diferentes colectivos, exigen el esclarecimiento de los hechos y, por tanto, el conocimiento de la verdad, para poder hacer justicia.
Son estas demandas sociales las que hacen que tengamos que dar una respuesta coherente por medio de equipos interdisciplinares de trabajo estables, que tengan experiencia en Ciencias Forenses y que intervengan para emplear escrupulosamente la metodología científica adecuada en cada uno de los casos. Abordando las grandes dificultades que se presentan, desde amplios equipos donde se integran antropólogos, arqueólogos, conservadores y restauradores, documentalistas, historiadores, médicos, sicólogos, sociólogos, y en último momento también genetistas (entre otras disciplinas).
Formación y vocación para conseguir verdad y justicia
Por tanto, el objetivo principales atender los Derechos Humanos de las víctimas y de sus familiares. Y somos los equipos involucrados en este tipo de procesos (a pesar de la escasez de medios, de las muchas trabas burocráticas, y de la falta de seguridad), los que debemos de mostrar “la realidad” de estos contextos de crímenes de guerra, o de la violencia desencadenada contra los migrantes. Nuestra labor consiste en hacer visible esta realidad, principalmente, a través de los trabajos de exhumación, que aportan pruebas periciales indiscutibles que podrán ser empleadas en las cortes judiciales. Aquí radica la gran importancia de nuestra formación.
Esta labor, desde luego que debe ser dirigida por nuestros Estados. Cualquier democracia debe garantizar los derechos de todos sus ciudadanos, y principalmente los derechos fundamentales de los mismos, como un entierro digno, o los derechos a la justicia, a la verdad y a la reparación [4].
Sin embargo, no siempre nuestras democracias están a la altura, y debemos ser las personas científicas quienes, codo con codo con los afectados, seamos los garantes de la Verdad y la Justicia que merecen las víctimas y sus familiares. Es en estas ocasiones, ante la necesidad, donde emerge nuestra vocación.
Referencias:
[2] Etxeberria Gabilondo, F. “Exhumaciones contemporáneas en España: las fosas comunes de la guerra civil”. Boletín Galego de Medicina Legal e Forense, Nº 18. Xunta de Galicia. Ourense, 2012.
[3] Mezquida, M.; Martínez, A.; Jansen, A.; Calpe, A.; Vila, A.; Lara, A. “Las exhumaciones de víctimas de la guerra civil y del franquismo de Enguera. Ocho décadas”. En, “La Fosa y el Mausoleo. Memoria Cruzada de la represión”, Virgilio Tortosa (Ed.), pp. 231-258. Tirant, Humanidades. Generalitat Valenciana. València, 2023.
[4] Moreno, A.; Mezquida, M.; Schwab, M. E. “Exhumaciones de fosas comunes en el País Valenciano: 10 años de intervenciones científicas”. Ebre 38: revista internacional de la Guerra Civil, 1936-1939. Universitat de Barcelona. Barcelona, 2021.
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* Miguel Mezquinda Fernández es licenciado en Historia. Arqueólogo fundador y director de la Asociación Científica ArqueoAntro. Colabora en procesos de investigación, localización, excavación, exhumación e identificación de víctimas de la Guerra Civil y del Franquismo desde el año 2008, especializándose desde entonces en las nuevas disciplinas de Arqueología Forense y Arqueología de la Guerra Civil. Ha participado en la elaboración del Mapa de Fosas de las provincias de Valencia, Castellón y Alicante y ha dirigido la excavación y exhumación de más de 150 fosas entre Aragón, Andalucía, la Comunidad de Madrid y la Comunidad Valenciana; correo electrónico: mmezquidaf19@hotmail.com
El Grupo de Investigaciones en Antropología Social y Forense (GIASF) es un equipo interdisciplinario comprometido con la producción de conocimiento social y políticamente relevante en torno a la desaparición forzada de personas en México. En esta columna, Con-ciencia, participan miembros del Comité Investigador, estudiantes asociados a los proyectos del Grupo y personas columnistas invitadas (Ver más: http://www.giasf.org)
La opinión vertida en esta columna es responsabilidad de quien la escribe. No necesariamente refleja la posición de adondevanlosdesaparecidos.org o de las personas que integran el GIASF.
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