A donde van los desaparecidos

¿La condena de García Luna es un acto de justicia? 

Jorge Verástegui
febrero 27, 2023
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Partiré de la condición de ser un familiar de dos personas desaparecidas: mi hermano Toño y mi sobrino Toñín, que fueron desaparecidos el 24 de enero del 2009 en Parras, Coahuila. Desde esta realidad reflexiono sobre lo que me significa la justicia y hago una disertación personal alrededor del juicio y la sentencia contra Genaro García Luna, la cual no pretende ser una opinión generalizadora.

El papel de García Luna en la seguridad pública de México durante la administración de Felipe Calderón Hinojosa fue central, por ello, su responsabilidad en los resultados de la llamada Guerra contra el narcotráfico es innegable. Al igual que la responsabilidad del ejército mexicano, aliado fundamental en la implementación de la estrategia de seguridad pública de Calderón Hinojosa.

El gobierno de Estados Unidos acusó a García Luna de cinco cargos: tres por narcotráfico, uno por delincuencia organizada y otro por falsedad de declaración. En ningún momento fue acusado por causar la muerte o la desaparición de miles de personas, por la tortura contra cientos de personas detenidas o la fabricación de casos. Desde la acusación, es claro que las víctimas y sus familias no somos parte importante para la justicia de Estados Unidos, como tampoco lo hemos sido para la justicia mexicana. 

¿Cómo puedo sentir satisfacción por la pena impuesta a García Luna cuando la desaparición de mi hermano y sobrino no figuró en su juicio? Considero que la justicia empieza por reconocer a las víctimas y sus familiares, primero por el Estado, principalmente por los sistemas de procuración y administración de justicia, segundo, como por el perpetrador. En el caso de García Luna nunca ocurrió ese reconocimiento ¿en el juicio se mencionó el nombre de una persona desaparecida?

Tener a García Luna en la cárcel por tráfico de drogas no me da ninguna satisfacción, por el contrario, me genera una mayor indignación cuando me dicen que ha llegado la justicia. Primero, al confirmar que al gobierno de Estados Unidos sigue sin importarle la vida de las personas, de aquellas que han sido asesinadas o desaparecidas en medio de su negocio para que los consumidores de drogas en ese país sigan surtiéndose. En segundo, por confirmar que al gobierno de México tampoco le interesan las víctimas y sus familias, y prefieren “delegar” en Estados Unidos la obligación de procesar a ciertos criminales, mientras que otros, como el general Salvador Cienfuegos son protegidos. Finalmente, por la confirmación de que, otra vez, teníamos razón, cuando decíamos que era el Estado el responsable de las desapariciones, y por ese déjà vu que siento cuando hoy denunciamos al actual gobierno federal por renunciar a su obligación de hacer justicia para las víctimas y sus familias.

Me pregunto si la memoria de mi hermano y de mi sobrino merecen que se considere como un paso a la justicia que García Luna fuera condenado por narcotráfico en Estados Unidos, en un juicio en el que su desaparición ni siquiera figuró: y sí, se necesita ese nivel de reconocimiento. Considero que Toño y Toñín no se merecen tan indignante situación, sino seguir insistiendo para que los perpetradores de su desaparición sean sancionados y resistir para no ceder a los espejismos de justicia, una justicia para la que no somos importantes.

Quizás no podemos esperar que la administración del presidente López Obrador lleve a la justicia a García Luna, a Felipe Calderón, a Humberto Moreira, a tantos que nos han hecho daño, pero eso no nos debe impedir a seguir recordándole que es su responsabilidad, que si no lo hace será su cómplice al seguir generando impunidad.

La justicia es tener a Toño y Toñín de regreso en casa.

Seguiremos hasta que la justicia deje de ser un discurso y se haga una realidad. 

*Foto de portada: tomada de captura de pantalla de video de diálogos en Chapultepec. 

Es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Nuevo León, con especialidad en Derechos de las Personas Desaparecidas y sus Familiares por la Universidad Autónoma de Coahuila. Es hermano de Antonio Verástegui González y tío de Antonio de Jesús Verástegui Escobedo, que fueron desaparecidos en Parras, Coahuila el 24 de enero de 2009.

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