A donde van los desaparecidos

Las fosas de la posguerra española en Aragón

agosto 13, 2020
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Por Andrea Aragón y María Gayarre* desde Zaragoza, España.

El dictador Francisco Franco dejó una estela de fosas comunes por toda España durante su mandato (1939-1975). Aún hoy, estas fosas albergan miles de cuerpos sin identificar. Muchas familias siguen esperando que, de una vez por todas, se produzcan las exhumaciones e investigaciones pertinentes para recuperar a su ser querido.

Aragón, al norte de España, es una de las comunidades autónomas donde más fosas hay. En los pueblos se sufrieron más represiones que en las ciudades, la venganza y las acusaciones eran frecuentes y cruentas. En Alcañiz y Pozos de Caudé, provincia de Teruel, muchas familias buscan a sus seres queridos.

Las excavaciones en el cementerio de Alcañiz comenzaron en septiembre de 2019 en manos del equipo de Javier Ruiz, quien tiene una larga trayectoria dentro del mundo de las excavaciones en la Comunidad Autónoma de Aragón. Una de sus labores era realizar las pruebas de ADN a los supuestos familiares de los cuerpos encontrados. 

Ángela Carod fue una de las muchas personas que acudieron a hacerse dichas pruebas. Ella y su hermano José María llevan tiempo buscando el cuerpo de su abuelo sin ningún resultado. “Yo creo que se lo debemos a mi padre porque le amargaron la vida”, cuenta José María. Se le arrancó la vida a muchas personas tras la Guerra Civil, cuando el dictador trajo consigo la represión sistemática y la espiral de violencia de los duros primeros años de la postguerra -durante las dos primeras décadas de los años cuarenta a los sesenta del pasado siglo-. Fue un periodo muy convulso en el que predominaron los fusilamientos, las sacas y los paseos, donde la muerte era encubierta por la mentira. Por eso, los hermanos Carod conocen tres versiones distintas de cómo mataron a su abuelo -por el simple hecho de ser republicano-. 

Sin embargo, historias como la de Francisco Sánchez aportan luz a este oscuro pasado. Francisco sí conoce el paradero del cuerpo de su abuelo gracias a testimonios orales. Así supo que una noche se llevaron en un camión a 64 personas de Cella (Teruel), entre las que se encontraba su abuelo. Pozos de Caudé, a 11 kilómetros de Cella, fue su destino final. Allí fusilaron sin piedad a todos y arrojaron sus cuerpos al pozo, una de las muchas tapaderas que usaban los franquistas para ocultar estos asesinatos. En recuerdo de las víctimas, la Asociación Pozos de Caudé construyó un monolito en el lugar de los hechos para dignificar la memoria de estas personas y sus familiares. 

Uno de los principales obstáculos en este largo camino es la falta de documentación. Es muy difícil encontrar documentos escritos que narren lo ocurrido. Para armar este rompecabezas, reconstruir el relato y hacer memoria, solo queda recurrir a la voz de los testimonios orales. Han pasado muchos años y estas voces se van consumiendo. 

Al paso del tiempo se suman otra serie de trabas que tienen que ver con las dificultades que existen para acceder a información fiable y para interpretar los datos. Luis Antonio Palacio pasó por este duro camino en su empeño por realizar el mapa de fosas comunes de Aragón y tener que enfrentarse a estas carencias informativas. Francisco Sánchez también encontró obstáculos en el camino a la verdad. Ambos han sufrido las consecuencias del silencio sepulcral que el franquismo impuso ante sus crímenes: destrucción de archivos, falsificación de documentos, nombres borrados de la historia. Por eso, aunque la Ley de Memoria Histórica (2007) persiga reconocer y ampliar los derechos de los perseguidos y represaliados durante la guerra civil y la dictadura, todavía queda mucho por hacer. Los sucesivos cambios de gobierno en España y sus diferencias ideológicas dificultan el cumplimiento de las medidas propuestas; ayuntamientos, diputaciones y archivos aún guardan bajo llave documentos comprometedores a los que nadie obtiene acceso.

El altavoz para que se conozcan estas historias han sido los medios de comunicación. En España, estos temas se encuentran principalmente en prensa escrita o digital. En Aragón destacan El Diario de Teruel, El Periódico de Aragón, infoLibre, eldiario.es y AraInfo

Fosa 10 del cementerio de Alcañiz

Aunque los medios de comunicación tengan un papel fundamental, son las asociaciones las únicas que tienen potestad para pedir las subvenciones. Asociaciones como la de Pozos de Caudé o la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica de Aragón (ARMHA) contratan a los equipos de excavación y son quienes reciben las solicitudes de las familias para buscar los cuerpos de sus personas desaparecidas donde creen que pueden hallarse. 

En el cementerio de Alcañiz, Javier Ruiz y su equipo comenzaron las excavaciones en septiembre de 2019 en busca de alguna fosa común con restos. Las ayudas a proyectos como este suelen ser insuficientes y, por eso, tras un primer sondeo sin resultados tuvieron que parar por falta de presupuesto. Tras el empujón monetario que el Ministerio de Justicia les dio, el trabajo se reanudó en noviembre de ese mismo año y fue entonces cuando apareció una fosa común con diez cuerpos. 

“Tiene que haber más fosas. ¿Cuántas? No lo sabemos. Y de hecho, es que no hay seguridad de que los que hayamos encontrado fueran fusilados por los franquistas”, cuenta Javier Ruiz. El cementerio de Alcañiz es un repertorio de restos sin identidad que mezcla pasadas vidas republicanas, franquistas, italianas. Sublevados comparten espacio con la resistencia. Represaliados con civiles muertos por causa natural.

El objetivo de estas excavaciones era conseguir algún resultado en mayo de 2020, pero la pandemia por Covid-19 llegó primero y la crisis sanitaria paralizó todo. El reloj dejó de marcar la hora una vez más y los familiares son los perjudicados porque solo quieren encontrar a sus seres queridos. Es necesario mayor presupuesto, esfuerzo y voluntad para investigar, para identificar y desenterrar de una vez toda esta miseria histórica. Hacer memoria y honrar a nuestros desaparecidos.

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Foto de portada: Fosa principal del cementerio de Alcañiz (Teruel). Crédito: Javier Ruiz.

*Andrea Aragón y María Gayarre son estudiantes de Periodismo de la Universidad de Zaragoza y colaboradoras de la revista Zero Grados de la Universidad de Zaragoza.

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