a noche del 24 de agosto la Secretaría de la Marina informó que un hombre herido había llegado a un puesto de control de la dependencia, en San Fernando, solicitando auxilio porque había sobrevivido a un ataque en un rancho cercano. Al indagar la denuncia los marinos descubrieron una bodega con los cuerpos de 58 hombres y 14 mujeres con balazos en la cabeza que, según la explicación oficial, eran migrantes que iban hacia los Estados Unidos, en el camino habían sido interceptados por Los Zetas y asesinados porque se negaron a trabajar para esa organización criminal.
Una duda básica es la cantidad de hombres y mujeres muertos, pues mientras el gobierno federal sostiene los 14 y 58, la procuraduría de Tamaulipas dice que fueron 13 mujeres y al Comisión Nacional de Derechos Humanos duda del sexo de un cádaver.
Las inconsistencias prevalecen en la identificación de la fecha de la masacre.
Comunicado de Prensa 216/2010 – SEMAR
La Secretaría de Marina informó el martes 24 de agosto de 2010 que al puesto de control carretero que mantenía en las inmediaciones de San Fernando, llegó un hombre ecuatoriano herido con arma de fuego, quien denunció que había estado retenido en un rancho cercano al retén, con otras personas que fueron asesinadas. El era un sobreviviente. Se salvó porque se hizo el muerto.
Al principio no le creyeron. Al seguir las indicaciones dadas por el ecuatoriano se encontraron con delincuentes que abrieron fuego y emprendieron la fuga. En el ataque murió un marino y tres supuestos miembros del grupo delictivo, fue aprehendido un menor de edad, además del decomiso de armas y cartuchos.
Los marinos llegaron al lugar señalado por el herido, un rancho que denominaron El Huizachal –ubicado a 22 kilómetros al noreste de la cabecera municipal–, donde encontraron los cuerpos sin vida de las 72 personas.
En la posterior reconstrucción de los hechos el gobierno mexicano informó lo que había sucedido:
El 21 de agosto de 2010 a las diez de la noche dos camiones en los que viajaban 77 migrantes rumbo a Estados Unidos fueron secuestrados en el municipio de San Fernando, Tamaulipas, por ocho hombres armados y conducidos a una bodega abandonada del ejido El Huizachal. En el lugar fueron obligados a bajar y fueron atados de manos. El 22 de agosto les dieron dos opciones: trabajar para el grupo delictivo o la muerte. Los 72 que se negaron fueron asesinados. Uno aceptó.
En minutos, vendaron a todos de los ojos, los tiraron al suelo, los asesinaron por la espalda; a muchos les dieron un tiro en la frente.
Los cuerpos permanecieron un día apilados, a la intemperie, hasta que los detectó la Marina.
Después se supo que los asesinos eran integrantes de Los Zetas. Que en el convoy original viajaban 77 personas.
Cable 20100826 obtenido por la organización National Security Archive (NSA).
El 22 de agosto 75 migrantes de Guatemala, Honduras, Brasil, Ecuador y la India viajaban en un tráiler de tres paneles por la carretera entre Ciudad Victoria y Reynosa.
Fueron detenidos por un número indeterminado de criminales y transportados bajo vigilancia a San Fernando. El secuestro se habría realizado al norte de un retén fijo del Ejército sobre la carretera a través de pequeños caminos rurales.
A algunos varones se les ofreció la oportunidad de trabajar para los Zetas y convertirse en sicarios por 500 dólares semanales, a las mujeres trabajo en labores domésticas. Todos, con excepción de una persona, rechazaron la oferta.
Una mujer y un niño fueron separados del grupo, desde entonces no se sabe de ellos.
Los demás fueron llevados a una bodega abandonada, amarrados y algunos vendados. Pagaron su negativa: uno por uno recibieron un disparo en la cabeza. En el crimen se usó una sola pistola.
Las víctimas (58 hombres y 14 mujeres, aparentemente una de ellas embarazada) fueron encontradas sin identificación. Los tres camiones y el equipaje de los migrantes no fueron recuperados.
El martes 24 a las 6 de la tarde la Marina encontró los cuerpos en un rancho abandonado. Los cuerpos parecían haber sido amontonados contra la pared de la bodega.
*Nota: La información que se muestra aquí es la contenida en el cable No. 20100826, sin embargo se tienen dudas sobre si los migrantes fueron encontrados sin identificación, ya que eso logró la repatriación de varios de los cuerpos. Recordamos al lector que la intención de este ejercicio es el contraste de las versiones sobre los mismos hechos.
CABLE 20100826 – Documento desclasificado por el National Security Archive
Tesis de licenciatura con título “Los 72 migrantes que avergonzaron a México. Ni muertos los pudieron cuidar” de Concepción Peralta FES Aragón (2013).
El sábado 21 de agosto de 2010 los 74 migrantes iniciaron el último trayecto de su viaje hacia Estados Unidos. Fueron subidos por los coyotes a dos camiones de redilas. Sentados uno detrás del otro, con las piernas abiertas para que en el hueco se enclavara otro y otro y otro hasta acomodar a los 60 hombres y las 14 mujeres. Cubiertos con lonas oscuras, les ordenaron no hacer ruido ni moverse. Aunque sintieran que el aire les faltaba, no se iban a ahogar, les prometieron. A las diez de la noche fueron interceptados y subidos a la fuerza a un camión de redilas. Una hora y media después del secuestro, los autos pararon en el ejido El Huizachal. Amarrados de cuatro en cuatro, con las manos atadas hacia atrás. El domingo fue un día de torturas. Les preguntaron quién quería ser sicario. Guardaron silencio.
–Los vamos a matar a todos hijos de la Chingada. ¿Quién va a jalar?
–Yo –balbuceó con timidez uno de los 74 del grupo, a quien retiraron de la formación y le desataron las manos.
El jefe de los criminales hizo unas llamadas por celular y minutos después entró al bodegón.
–Mátenlos a todos– ordenó.
Los tumbaron en el piso, boca abajo. Uno a uno les fueron dando el llamado tiro “de gracia” en la cabeza. Los matones se paseaban entre los muertos en busca de sobrevivientes. Les pegaban con la culata en la cabeza. Uno permanecía vivo.
CNDH – RECOMENDACIÓN No. 80/2013 – Caso de privación de la vida de 72 personas migrantes y atentados a la vida de los extranjeros V73 y V74, en el municipio de San Fernando, Tamaulipas – Diciembre del 2013.
El sábado 21 de agosto de 2010 un grupo aproximado de 74 personas migrantes de diversas nacionalidades viajaban a bordo de dos camiones, rumbo a la frontera norte de México. Alrededor de las 22:00 horas fueron interceptados en las inmediaciones del municipio de San Fernando, Tamaulipas y secuestrados por un grupo de hombres armados. Al día siguiente, el mismo grupo de personas migrantes fue trasladado a un rancho ubicado en el referido municipio, donde 72 fueron privadas de la vida con disparos de arma de fuego. En esta recomendación la CNDH da por cierta la versión del gobierno.
Desde el hallazgo de los cadáveres, las autoridades han manejado que existieron dos sobrevivientes de la masacre. Uno de ellos, Luis Freddy Lala Pomavilla, el ecuatoriano; el otro, a quien nunca identificaron, un varón hondureño.
Cinco años después de la masacre, Lala Pomavilla, el ecuatoriano, vive en su país natal. Hasta ahora no ha vuelto a aportar información diferente sobre los hechos..El hondureño, al momento de ser repatriado a su país, escapó del refugio y volvió a la ruta migratoria.
Pasó desapercibida la noticia, dada por el gobierno ecuatoriano, de que fueron tres los sobrevivientes. El tercero, salvadoreño, es testigo protegido en Estados Unidos y vive bajo una identidad distinta. Nunca se ha conocido su testimonio.
¿Alguno de ellos es el migrante que fue forzado a ser sicario? ¿Existe confusión y se suma en la lista a quienes viajaban en el convoy, pero no fueron llevados con el grupo en el que iban los 72?
No se ha establecido el número y la identidad de las personas que viajaban en el convoy y a las que Los Zetas liberaron al momento de la captura: sólo se mencionan dos choferes de autobuses y una mujer con una niña, todos mexicanos. Sobre ellos, hasta el momento, no se tienen pistas.
Tanto los cables de la embajada norteamericana como el testimonio del mismo joven Lala Pomavilla afirman la existencia de una cuarta sobreviviente y su hija: “había una mujer embarazada como de 9 o 10 meses y con una niña, pero a ella no la mataron no sé a donde se la llevaron.”
¿Quiénes eran los coyotes? ¿Fueron asesinados junto a los 72 migrantes? ¿cuántos sobrevivientes existen de esta masacre?
Sobre ellos, hasta el momento, no se tienen pistas.
Freddy Lala Pomavilla fue uno de los sobrevivientes y dice que no fue el único.
El balazo que le apuntaron a la cabeza no lo mató, lo hirió en la quijada. Para que los asesinos no lo remataran se hizo pasar por muerto hasta que la masacre terminó.
En su testimonio, el joven ecuatoriano relató que un hondureño que había resultado ileso le ayudó a desatarse de las manos y juntos escaparon esa noche de la derruida bodega.
“Había un amigo que no estaba muerto, estaba sano, él era hondureño, salí con el amigo y vi una lámpara que estaba muy lejos, al ver la lámpara corrí como 10 kilómetros”, se le escuchó decir en una entrevista transmitida por televisión.
Se desconoce la identidad del migrante de Honduras. Según Freddy, su amigo logró esconderse entre los matorrales y pasó por desapercibido.
Corrieron juntos para buscar ayuda pero se separaron en el camino, en una de las entrevistas que dio en el hospital donde repitió los primeros auxilio, Lala Pomavilla contó: “El amigo mío se separó de mí pensando que yo me iba a morir y no iba a avanzar”.
Conforme avanzaron las indagatorias se supo que además del hondureño una persona salvadoreña también se había salvado. Freddy Lala informó también en una entrevista de la existencia de otra sobreviviente: una mujer embarazada y una niña pequeña.
“Entre las 76 personas había una mujer embarazada como de 9 o 10 meses y con una niña, no sé a dónde las llevaron. Ellas no estaban ahí (después de la matanza)”, dijo.
Después de haber pasado una semana en el hospital Alfredo Pumarejo en Matamoros, el 30 de agosto –sin trámite migratorio de por medio y sin haber sido dado de alta por los médicos– fue repatriado en a Ecuador en el avión presidencial. Lo recibió su esposa de 17 años y 4 meses de embarazo.
Los gobiernos de Ecuador y de México prometieron brindarle protección y resguardo.
Los padres de Lala Pomavilla vivían en Nueva Jersey, Estados Unidos, a donde se dirigía Freddy cuando emprendió la ruta migratoria y se topó con Los Zetas.
El gobierno ecuatoriano ofreció a la familia gestionar su regreso a su país natal bajo la custodia del programa para víctimas y testigos, lo que incluía hacerse cargo de los gastos familiares, una vivienda, tratamiento psicológico y protección policíaca 24 horas. Ellos aceptaron.
En diciembre del 2010 el abogado de la familia, William Murillo, denunció en cadena nacional que el gobierno incumplió sus promesas de ayuda de casa, tierras cultivables, un carro, un puesto de trabajo estable y un negocio.
En vísperas del primer aniversario de la matanza, el gobierno le retiró a 10 miembros de la familia la custodia policial a la que tenían derecho bajo el programa de protección. Esto a pesar de que, según el abogado, dos vivían bajo amenaza.
Funcionarios de la Fiscalía General argumentaron que habían perdido los beneficios de la protección por haber cometido delitos como escándalo público e ingesta de bebidas alcohólicas por parte del padre del sobreviviente, entre otras.
Desde el 2013 Freddy Lala y toda su familia fueron excluidos del programa de protección con lo que les fue retirada la custodia y los apoyos médico, psicológico y económico.
Su petición de asilo político a Estados Unidos o cualquier otro país no ha prosperado hasta el momento.
“El Gobierno me ha fallado, me ha engañado” dijo Freddy Lala en la entrevista que CNN realizó el 7 de abril del 2015.
Entre los cuerpos de 58 hombres y 14 mujeres sobrevivió una persona: el ecuatoriano Fredy Lala. Caminó hasta el amanecer del día 23 hasta que encontró un retén de la Marina a las 7 de la mañana, donde informó lo sucedido y recibió auxilio médico.
Fredy informó sobre la ejecución de aproximadamente 70 personas por parte de Los Zetas. El día 23 a las 15:25 horas el ecuatoriano fue trasladado a San Fernando para llevarlo a un hospital.
Al siguiente día el personal de la Marina se movilizó al lugar de los hechos para confirmar el testimonio; ahí encontraron a los 72 cadáveres.
Posteriormente, la PGR confirmó, a través del boletín 1050/10 fechado el primero de septiembre, que tenía bajo su custodia a otro testigo de la matanza, del cual sólo reveló que su nacionalidad era hondureña y que se le proporcionó protección y resguardo. Esa persona estaba apoyando en los procesos de identificación y repatriación de las víctimas.
De manera oficial no hay un comunicado que mencione la situación del testigo hondureño después de haberlo tenido bajo custodia, sin embargo en la Recomendación No. 80/2013 la CNDH solicitó el documento en el que Control y Verificación Migratoria autorizó la repatriación del sobreviviente el día 24 de septiembre de 2010, en condición de testigo protegido.
Entre los cuerpos de 58 hombres y 14 mujeres yacían dos migrantes heridos que por el impacto perdieron la conciencia, pero despertaron: un salvadoreño y un ecuatoriano de 18 años. Este último fue quien relató los hechos anteriores en los que se basa la información del cable.
Los sobrevivientes huyeron en distintas direcciones. El ecuatoriano escuchó que al salvadoreño lo persiguieron unas camionetas y escuchó después disparos. Imaginó que había sido asesinado.
Mientras tanto, buscó auxilio en una casa o intentó acercarse a los policías locales (el cable destaca que los relatos conocidos difieren en este punto); no lo ayudaron.
Caminó toda la noche. En la madrugada del lunes 23 de agosto llegó a un retén de la Marina donde avisó lo sucedido. En la mañana los marinos intentaron ubicar por tierra y aparentemente sobrevolaron en helicóptero el lugar de la masacre. Ahí fue donde aprehendieron a uno de los miembros de los Zetas que era menor de edad, el ecuatoriano lo identificó por medio de una fotografía como uno de los secuestradores.
CABLE 20100826 – Documento desclasificado por el National Security Archive
Tesis de licenciatura con título “Los 72 migrantes que avergonzaron a México. Ni muertos los pudieron cuidar” de Concepción Peralta. FES Aragón (2013).
Este hombre de 18 años sobrevivió a una masacre y luego hizo otro esfuerzo extraordinario para cruzar unos 20 kilómetros en la oscuridad, desangrándose. Llegó a la casa de unos ancianos que le prestaron ayuda y le dieron agua.
–No lo podemos tener aquí, nos da mucho miedo. Váyase por favor. A dos kilómetros hay un puesto de la Marina, ahí puede pedir ayuda.
Comprensivo con los ancianos, continuó su camino, con miedo de que “los malos” regresaran. Eran las siete de la mañana cuando llegó al retén de la Marina:
“Soy Luis Freddy Lala Pomavilla, 18 años, inmigrante ecuatoriano rumbo a los Estados Unidos. Hombres armados nos secuestraron. Los mataron a todos”.
Los marinos lo subieron a una camioneta y antes de prestarle los primeros auxilios lo llevaron al bodegón. Una vez de que se cercioraron de que no mentía y los muertos estaban ahí, lo trasladaron a un hospital en Matamoros.
El anterior testimonio es lo que Luis Freddy narró a su cónsul en México cuando ella lo visitó en el hospital, alertada por un correo electrónico anónimo que llegó a la embajada, en la Ciudad de México, el mediodía del martes 24 de agosto:
“Ustedes tienen un compatriota en el Hospital General Alfredo Pumarejo en Matamoros. Sáquenlo porque lo van a matar”.
CNDH – Recomendación No. 80/2013- Caso de privación de la vida de 72 personas migrantes y atentados a la vida de los extranjeros V73 y V74, en el municipio de San Fernando, Tamaulipas.
En la recomendación que emite la CNDH los sobrevivientes son identificados en todo momento como V73 (Fredy Lala, el ecuatoriano) y V74 (hondureño).
Con ayuda del sobreviviente ileso, Fredy Lala que se encontraba herido, consiguió salir del lugar. En cuanto notaron que varios vehículos se acercaban a ellos, decidieron separarse.
El 23 de agosto el Jefe de la Unidad Jurídica de la Secretaría de la Marina, se comunicó con la CNDH para informarle que un sujeto extranjero (V73, Fredy Lala) con lesiones de bala les había solicitado apoyo médico. Fue dos días después que la PGR autorizó el traslado de Lala Pomavilla del Hospital General Alfredo Pumarejo al Sanatorio Naval Militar en Matamoros. El Ministerio Público lo puso en disposición del Instituto Nacional de Migración el 28 de marzo.
En cuanto al hondureño desconocido, el 24 de agosto solicitó ayuda del Grupo Beta y ellos notificaron al Instituto Nacional de Migración, al día siguiente rindió su declaración y fue atendido en calidad de víctima por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO). El 24 de septiembre de 2010, salió del país, en condición de testigo protegido.
A pesar de que la CNDH estuvo solicitando que se diera atención psicológica a ambos, V73 nunca la recibió ya que todo el tiempo estuvo internado en el hospital de la ciudad de Matamoros; de ahí fue trasladado a la Cancillería y repatriado a su país de origen el 29 de agosto de 2010.
El gobierno afirmó que el único sobreviviente de la masacre –Fredy, un pequeño y joven indígena de 18 años herido, proveniente de una aldea de los Andes ecuatorianos—salió ‘milagrosamente’ del lugar para contar la historia.
Tras inspeccionar la zona y establecer los lugares de los hechos, el investigador Gary Moore señala: “A pesar de las heridas, el incansable sobreviviente supuestamente corrió épicamente por más de 16 kilómetros, hasta llegar -casi como un milagro- hasta el retén operado por la Marina mexicana”.
El investigador estableció que el cobertizo del rancho abandonado donde se llevó a cabo la masacre está en una calle empedrada y lodosa llamada La Noventa, la cual está a 16 kilómetros de la carretera federal 101. El retén de la Marina en la historia del sobreviviente estaba en esta avenida, alrededor de la marca con el kilómetro 114, en una desviación que lleva a la carretera principal. Estos 16 kilómetros (10 millas) son lo mínimo que el sobreviviente herido habría tenido que correr.
A pesar de que mucha de esta carrera nocturna que habría realizado el sobreviviente habría sido realizada sobre la carretera 90, los vecinos afirman que el ecuatoriano corrió hacia el norte cuando vio una luz distante. También afirmaron que la luz estaba en un amplio almacén de granos y soya que estaba cerrado, donde sólo estaba el vigilante en servicio y todos los entrevistados parecían conocerle, según reporta el investigador, texto retomado por el sitio especializado Insight Crime. Algunos, aún más específicamente, afirmaron que la luz estaba en un poste enfrente del almacén en una estación de inspección de ganado -la Estación 10- que esa noche estaba desierta.
Así que, se pregunta, ¿cómo pudo el sobreviviente alcanzar a los marinos? No había marinos en el almacén de soya ni en el puesto de inspección de ganado.
“De acuerdo con los habitantes -y esta versión es la que se conoce en la región- el vigilante en el almacén dijo a la fugitivo que no podía ayudarlo, pero que al sur por la autopista había un retén de la Marina mejor equipado para esta peligrosa ayuda. De acuerdo con esta historia, el joven ecuatoriano no encontró a los marinos por un accidente milagroso, sino que fue dirigido hacia ellos por el vigilante del almacén.”
“Las más de 12 millas es mucho para caminar con dificultades, especialmente con una herida en la quijada, de acuerdo con algunos reportes y otra en la clavícula. De forma concebible, tal acto de voluntad pudo haberse explicado por un factor indescriptible que incluso se les escapó a los lugareños.”
El investigador menciona la aparición de un segundo sobreviviente, pero destaca: “La supuesta historia del hondureño situaría la masacre en la noche del sábado 21 de agosto, mientras que la del ecuatoriano la pone en la noche del domingo 22. Ambas no pueden ser ciertas y no pueden estar equivocadas en un detalle tan básico.” (El equipo de investigación de Periodistas de a Pie no encontró el testimonio del hondureño.)
* Nota: Este texto plantea que Freddy tenía 18 años cuando sucedió la matanza, por lo que fue retomado de manera íntegra. Recordamos al lector que la intención de este ejercicio es el contraste de las distintas versiones sobre los mismos hechos.
Investigación de Moore traducida por Animal Político.
“Luis Freddy Lala Pomadilla, de 18 años, se sentó en la ciudad ecuatoriana de Riobamba al mediodía del 14 de septiembre de 2010. Se sentó para contestar las preguntas que, vía video, le hacía un fiscal desde la Ciudad de México. Pomadilla es uno de los dos sobrevivientes. Él asegura que también sobrevivió otro muchacho, que era de noche y lo vio huir de entre los muertos, pero que luego escuchó alboroto, persecución, disparos.
El fiscal mexicano estaba más centrado en preguntar a Pomadilla por nombres y apodos. Le preguntó por El Coyote, El Degollado, Chabelo, El Kilo, Cabezón, le preguntó por El Gruñón, un “kaibil guatemalteco”, y por cinco salvadoreños, le preguntó si los reconocía como zetas. Pomadilla dijo que entre ellos no se hablaban, que por eso apenas recordaba a El Kilo —Martín Omar Estrada, que luego sería capturado y condenado como jefe de plaza de Los Zetas en San Fernando—. Pomadilla —que al igual que los seis migrantes salvadoreños fue abandonado por su coyote— recuerda que eran unos ocho zetas, todos armados, que se conducían en un pick up doble cabina blanco y en una todoterreno Trooper, los que detuvieron los tres camiones donde viajaban decenas de indocumentados en su intento por acercarse a la frontera. Recuerda que los llevaron hasta San Fernando y ahí los formaron contra el muro del galpón. Recuerda que uno de los zetas preguntó si entre esos hombres y mujeres había alguien que quería entrenarse para pertenecer a Los Zetas. Recuerda que sólo un muchacho migrante levantó la mano y dijo que sí. “Pero igual lo mataron”. Lo mataron a él y a 71 personas más. Pomadilla, que sobrevivió porque lo dieron por muerto, recuerda que después, durante unos tres minutos, tronó un arma. Fue un concierto de balas de una sola arma que duró hasta acabar con la vida de 72 migrantes”.
Por Óscar Martínez, publicado en el sitio web El Faro. Reportaje completo
El siguiente mapa traza el recorrido que el joven ecuatoriano sobreviviente, Fredy Lala Pomavilla, realizó herido desde que escapó del rancho donde ocurrió la masacre y su paso por el retén de la Marina –a 19 kilómetros de distancia– donde informó sobre la masacre, su traslado al Sanatorio Naval Militar –que durante su internamiento fue atacado– y su posterior traslado al Hospital General Alfredo Pumarejo.
Las coordenadas exactas fueron tomadas de la investigación hecha por el periodista norteamericano especializado en incidentes humanitarios internacionales, Gary Moore, luego retomadas por la fundación de investigación sobre crimen organizado en Latinoamérica, Insight Crime.
Dimensionar el recorrido de este sobreviviente es importante porque la versión oficial sobre lo ocurrido se basa completamente en su testimonio. Sin embargo, al analizar las distancias recorridas y los tiempos en los que supuestamente se desarrolla su huida surgen dudas que han quedado irresueltas.
Algunos medios difieren o muestran una ubicación distinta del rancho El Huizachal, sin embargo, según nuestra investigación, la más acertada ha sido la expuesta por Moore, quién visitó el lugar de los hechos y mostró evidencia documental.
El 24 de agosto la Marina informó que a un retén carretero cerca de San Fernando, Tamaulipas, llegó un hombre herido a pedir auxilio por un ataque en un rancho cercano, lo que les permitió descubrir la masacre de 72 migrantes.
Sin embargo, según investigaciones independientes, la policía municipal fue la primera en llegar al rancho El Huizachal, la escena del crimen. Incluso los reporteros que cubren la zona tuvieron conocimiento de este hecho desde el 23 en la mañana y habían acudido al rancho a tomar fotografías, antes de la llegada de las autoridades federales.
En la información oficial no queda claro quién fue la autoridad que tuvo primer conocimiento sobre el crimen, ni cómo fue el hallazgo y quiénes participaron en este. También se plantean dudas sobre el tiempo en que los marinos tardaron en reaccionar al relato del sobreviviente ecuatoriano. No se ha informado tampoco cómo se preservó el lugar. Tampoco hay datos sobre la comunicación entre autoridades y cuál fue la cadena de mandos. Incluso, si fueron las autoridades locales llegaron primero al rancho, se desconoce si alteraron la escena del crimen.
Las autoridades federales han sido omisas en informar la cantidad de elementos de fuerzas de seguridad desplegados en la zona –policías federales, ejército, marina- antes y después de la masacre, información que permitiría deslindar responsabilidades sobre la complicidad o inacción que permitió el crimen.
En su boletín del 24 de agosto, la Secretaría de la Marina informó que al seguir las indicaciones del sobreviviente, al momento de acudir al sitio de la masacre, tuvo un enfrentamiento con un grupo de criminales donde 4 personas murieron -3 agresores y un marino- y una persona menor de edad fue detenida, además de que se incautaron armas, chalecos y uniformes militares. Pero, al ser cuestionada, admitió después que el enfrentamiento no estaba relacionado con la masacre y que únicamente sumó los dos hechos en el mismo comunicado.
La noche del martes 24 de agosto la SEMAR lanzó un comunicado de prensa, en el que relataron brevemente un enfrentamiento con un presunto grupo de delincuencia organizada. El boletín informó que desde las unidades aeronavales avistaron a un número de personas que, al percatarse de la presencia de la Armada de México abrieron fuego y huyeron del lugar. La Marina repelió y perdieron la vida tres presuntos delincuentes, un marino y se detuvo a un menor de edad que quedó bajo la custodia de la PGR.
Según el comunicado, el operativo se había realizado porque una persona herida por arma de fuego, llegó a un puesto de control carretero que personal naval mantenía en las inmediaciones de San Fernando. El individuo de sexo masculino denunció haber sufrido la agresión en un rancho cercano al lugar donde se encontraba dicho puesto de control.
“En este sitio a 22 kilómetros al este noreste de San Fernando, Tamaulipas, fueron encontrados los cuerpos sin vida de 72 personas (58 hombres y 14 mujeres)”.
La SEMAR difundió un video de un sobrevuelo sobre la finca y aportó algunas fotografías de lo incautado a los criminales: autos, armas cargadores, cartuchos, chalecos y uniformes militares.
El miércoles 25 de agosto el gobierno federal ofreció una conferencia de prensa a cargo de Alejandro Poiré y el portavoz de la Secretaría de Marina el contralmirante José Luis Vergara, en la que anunciaron que las víctimas encontradas podrían corresponder a migrantes centroamericanos y que se estaba por confirmar la identificación de los 72 cadáveres.
Al día siguiente el presidente Felipe Calderón dio una versión más durante una entrevista con el periodista Sergio Sarmiento: “Es curioso que el testigo, por ejemplo, dice que llegó primero a un puesto de la Policía de Tamaulipas, que le dijeron: ‘Ahora sí que no es en esta ventanilla, vete allá, con los marinos'” afirmó el entonces mandatario.
SEMAR. Comunicado de prensa 216/2010. 24 de agosto de 2010.
Transcripción de entrevista de Sergio Sarmiento a Felipe Calderón
La mañana del lunes 23 de agosto de 2010 los reporteros locales empezaron a escuchar movimiento a través de la frecuencia de la Policía Municipal y Ministerial, llamadas anónimas reportaban varios cuerpos tirados sobre una brecha.
Conscientes de que se trataba de un crimen mayúsculo, los municipales llamaron a la Marina (autoridad máxima en ese municipio desde 2006, cuando fueron desplegados por el presidente Felipe Calderón para ayudar a contener la violencia desbordada, que había rebasado a las autoridades de Tamaulipas). Los periodistas también reportaron a su central el hallazgo: “Hay un crimen muy grande”, “la cosa está muy seria”.
“Tuvimos pocos minutos para pasar de la sorpresa a la acción. Tomamos rápidamente nuestras fotografías porque sabíamos que llegando la Marina no íbamos a poder hacer más”, es el testimonio de un ex corresponsal en San Fernando, autor de algunas de las fotos que dos días después darían la vuelta al mundo y mostrarían la barbarie sufrida por los migrantes en tierras mexicanas.
Este reportero afirma que minutos después llegaron las fuerzas federales y, en efecto, corrieron a todos los presentes. “Los reporteros que llegaron una hora más tarde desde Reynosa, Matamoros o Ciudad Victoria ya no pudieron entrar a la bodega porque los marinos acordonaron la zona y cerraron la entrada a la brecha que llevaba a la construcción”, recuerda.
“Sobre el hecho donde personal de la Secretaría de Marina-Armada de México repelió un ataque con armas de fuego, se informa que, tal y como se describió en la cronología de hechos durante la conferencia en nuestra comunicación oficial, no se expresó que el intercambio de disparos del personal naval haya sido con los agresores de las 72 personas que perdieron la vida, sino con infractores de la ley que abrieron fuego en contra de los elementos de esta institución.”
El testigo, un ecuatoriano de 18 años dijo que “perdió el conocimiento” durante la confrontación y se despertó más tarde con cuerpos alrededor de él. Luego deambuló por la oscuridad hasta que llegó a un retén de la Marina en la madrugada del 23 de agosto, dice el cable No. 20100826, lo que condujo a las autoridades al lugar de la masacre.
Según lo indica el cable, la Marina llegó al sitio de la masacre hasta las 18:00 horas del día 24 de agosto, casi 36 horas después de que el ecuatoriano llegara a su puerta. No hay ninguna mención de por qué les tomó tanto tiempo reunir fuerzas y buscar el sitio donde supuestamente había ocurrido la mayor matanza en suelo mexicano desde la época de Pancho Villa, a pocos kilómetros de su retén.
CABLE 20100826 – Documento desclasificado por el National Security Archive
US Cables Raise Questions about Mexico Migrant Massacres – artículo de Insight Crime.
El horror de la masacre de 72 migrantes encendió las alertas sobre la escalada a un nivel mayor de brutalidad en México. ¿Por qué un grupo criminal secuestró a más de 70 migrantes indocumentados y en esa ocasión no pidió rescate, sino que los asesinó a sangre fría?
La primera versión que se conoció fue la que dio el sobreviviente ecuatoriano, Luis Freddy Lala Pomavilla, quien dijo que los criminales les preguntaron si querían trabajar para el grupo delictivo; como se negaron, entonces los mataron. Esa versión, la masacre por negarse a un reclutamiento forzado, fue tomada como la causa cierta por parte del gobierno federal (reproducida por la CNDH) que a la fecha no ha investigado otros motivos, pese a las dudas planteadas por investigaciones independientes y a que las masacres continuaron en años posteriores en la misma región.
Pistas hay varias. Por ejemplo, el mismo sobreviviente también relató que uno de los secuestrados dijo que sí se incorporaría al grupo criminal, pero, al parecer, fue asesinado, aunque podría ser uno de los sobrevivientes cuyas declaraciones siguen en secreto.
Uno de los cables de la embajada estadounidense plantea dudas sobre la versión oficial pues refiere que el sueldo que habrían ofrecido a los migrantes era “excesivamente generoso” como para negarse, más ante el riesgo inminente de ser asesinados. Y arrojan varias luces: extrañamente no se pidió rescate por lo que la motivación de Los Zetas pudo ser estropear el negocio del Cártel del Golfo por el cruce ilegal de migrantes a Estados Unidos.
Esta combinación de territorio más ganancias la planteó también El Faro, periódico digital de El Salvador: el interés de los Zetas de controlar el territorio y castigar a quien no pague la cuota y, como lo señaló también la Embajada de Estados Unidos, castigar a quien no pague la cuota.” .
Insight Crime abundó sobre el comportamiento anormal de los criminales. ¿Por qué el gobierno mexicano no indagó las otras pistas vertidas por las investigaciones independientes? ¿Por qué no se dio a conocer la versión del segundo y el tercer sobreviviente? ¿Quiso el gobierno apresurarse a cerrar este caso a pesar de la gravedad de los delitos? ¿Por qué? ¿A quién convenía?
PROCURADURÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA
SUBRPROCURADURÍA DE INVESTIGACIÓN ESPECIALIZADA EN DELINCUENCIA ORGANIZADA
UNIDAD ESPECIALIZADA EN INVESTIGACIONES DE SECUESTROS,
MINISTERIO PÚBLICO DE LA FEDERACIÓN
A.P. PGR/SIEDO/UEIS
DECLARACIÓN MINISTERIAL DE ÉDGAR HUERTA MONTIEL “EL WACHE”
En agosto de 2010, EL MONENEKE, que en ese entonces era el encargado de Ciudad Victoria, reportó a El Coyote, que iban dos camionetas doble rodada con gente, que cuando llegaran a San Fernando, las checáramos, para lo cual La Ardilla, dio la orden a El Kilo, para que checara, El Kilo checó que eran indocumentados y se le reportó eso a La Ardilla, La Ardilla dijo que los investigáramos bien que los del Cártel del Golfo estaban reclutando indocumentados para obligarlos a trabajar de Halcones o para tenerlos de esclavos, y La Ardilla dio la orden de que se mataran a El Coyote, y quienes los mataron fueron EL ALACRÁN, EL CHAMACO y EL SANIDAD, nada más los tres los mataron con tiro de gracia, calibre 9 milímetros, esto fue en agosto de 2010 por la noche, llegamos en tres carros que eran una Chevrolet Cheyenne color blanco, una Ford de redillas, de tres toneladas y media, color rojo llegamos EL CHAMACO, EL SANIDAD, EL ALACRÁN, EL COYOTE, EL JUNIOR, EL CÓNDOR y YO, El Coyote, El Junior y yo dimos la seguridad fuera del rancho, los que ejecutaron fueron EL ALACRÁN, EL CHAMACO y EL SANIDAD, esto tardó como dos horas, en donde yo estaba dando seguridad no se escuchaban las detonaciones, era tiro tras tiro, hasta que terminamos , como ya era de noche, no se enterraron en ese momento, pero al otro día llegaría EL CHAMACO a enterrarlos, pero ya no fue porque llegaron antes los marinos. Cuando se terminó de matar a los migrantes que eran como setenta y dos, nos fuimos a San Fernando a un rancho que está a la salida, Ciudad Victoria, que está como en el kilómetro 79 de la carretera San Fernando-Ciudad Victoria, a mano izquierda, es una casa amarilla donde dormimos normalmente y estuvimos como quince días.
En el cable No. 20100826, en uno de los comentarios firmado por un funcionario de la embajada de apellido Barkin señala: “Si el relato del sobreviviente es preciso, esto representa un nuevo nivel de violencia de Los Zetas”. Esto porque no parece haber una utilidad aparente para los Zetas de estas muertes, ya que esta vez no parece haber pedido rescate por sus secuestrados como era su costumbre.
“Una teoría planteada –el nombre de la fuente está borrado— es que como las ganancias de la introducción ilegal de migrantes a Estados Unidos son destinadas al Cártel del Golfo, los asesinatos fueron la manera que Los Zetas encontraron para herir financieramente los intereses de CDG”. Los asesinatos, entonces, fueron preventivos.
CABLE 20100826 – Documento desclasificado por el National Security Archive
Las víctimas no eran traficantes de drogas, sino sólo transeúntes convertidos en una muestra del horror. Los muertos no eran siquiera mexicanos, sino inmigrantes de Centro y Sudamérica tratando de atravesar clandestinamente el país para entrar en EU. Moore destaca que una de las muertes era al menos inusual, pues una persona era originaria de India y nunca fue nombrada públicamente.
Luego de viajes de miles de kilómetros (para lo cual habían pagado miles de dólares a tratantes de personas), los viajeros fueron encontrados tras una situación que repentina e inexplicablemente se había vuelto fatal. ¿Buscaron Los Zetas forzar a los cautivos a ser reclutados forzosamente como sicarios o mulas para transportar coca? ¿Los migrantes fueron asesinados para golpear a una banda rival o para enviar un mensaje al gobierno? “Escoja su teoría”, sugiere Moore.
Investigación de Moore traducida por Animal Político.
En el artículo Los coyotes domados, el periodista Óscar Martínez señala:
En cada una de las actividades de esta banda (Los Zetas) a la que intento entender desde 2008 hay un solo interés: multiplicar el dinero. ¿Por qué secuestrar a 72 migrantes, llevarlos hasta una zona perdida de un municipio rural y masacrarlos? ¿Qué ganaron con eso?
La principal hipótesis divulgada por las autoridades mexicanas asegura que Los Zetas dispararon disgustados porque los migrantes no quisieron integrarse a la banda criminal. Una de las mujeres que eran guiadas por Érick Francisco Escobar (el coyote, según la Fiscalía) y que murió en aquella masacre era una joven de 18 años del departamento de La Libertad. ¿Es ese el perfil de reclutas que Los Zetas buscan?
La historia de los seis migrantes salvadoreños que acabaron asesinados, que se supone pagaron por el pequeño detalle de que su coyote decidió consumir más cocaína y alcohol del que podía financiar, habla de otra lógica. El que no paga, no pasa. Migrar por México tiene tarifa, y la cobran Los Zetas.
Los coyotes o migrantes que quieran burlar ese peaje se enfrentarán a esos cavernícolas. ¿Qué manera más poderosa de demostrarlo que 72 cadáveres apiñados en un gusano de colores tristes.
Todo parece adquirir lógica cuando se piensa que Los Zetas pretendían consolidar un mensaje entre los coyotes y los migrantes(…).
(…)Los familiares de los seis salvadoreños que fueron acribillados por Los Zetas aseguran que el acuerdo con Érick era pagar entre 5,700 y 7,500 dólares por el viaje. Todos pagaron la mitad antes de la partida. La otra mitad se pagaría allá, en Estados Unidos, a la llegada que nunca ocurrió(…).
(…)Los Zetas, que surgieron hace 15 años como el brazo armado del Cártel del Golfo, se escindieron de esa organización allá por el año 2007. Quizá la cuota antes era un extra a su salario, y después se convirtió en un rubro de la organización.
Reportaje completo publicado en El Faro
Basados en cables gubernamentales estadounidenses, Insight Crime analiza la versión que hasta el momento se ha manejado como la oficial y encontró que el haber matado a los migrantes por una cuestión de reclutamiento forzado por parte de Los Zetas, no tiene sentido.
Para Insight Crime parece ilógico que los migrantes, estando rodeados por jóvenes armados y probablemente bajo la influencia de drogas (que es práctica común en los miembros de los Zetas) hayan decidido, aún así, continuar su viaje hacia Estados Unidos. De acuerdo con el cable 20100826 del Consulado de Estados Unidos con sede en Matamoros, un autor anónimo agrega un comentario sobre los hechos: “El salario que les ofrecían parecía excesivamente generoso y probablemente no era el salario real, si acaso, ellos lo hubieran recibido si hubieran aceptado unirse a la organización. Fin del comentario”.
El analista sostiene que Los Zetas estaban simplemente jugando con los migrantes antes de tomar la decisión final: la ejecución en masa. Los 72 fueron encontrados con heridas simples o múltiples impactos de bala en la cabeza, sin embargo este no es el modus operandi característico del grupo criminal Los Zetas (ni antes, ni después del incidente).
Para un país que está acostumbrado a las atrocidades a gran escala, esta masacre no tuvo precedentes. Entre las víctimas hubo 14 mujeres, una de ellas posiblemente embarazada; ninguna de ellas mostró signos de ataque sexual, una característica típica de Los Zetas.
De igual forma, sostiene que no se exigió ningún pago de rescate a ninguna de las familias de las víctimas, pese a que los Zetas secuestraban regularmente migrantes en toda la región.
“…Reportes iniciales indicaron que Los Zetas secuestraron al grupo en la carretera y que los iban a matar si se negaban a unirse al cártel. Pero, como Insight Crime ha señalado, esto parece improbable. Tiene un poco de lógica pensar que Los Zetas están lo suficientemente desesperados para recurrir a este tipo de reclutamiento forzado. De igual forma, la idea de que los migrantes fueron asesinados tras ser confundidos como refuerzos de otro cártel no tiene fundamentos, ya que, todos o la gran mayoría, eran extranjeros, así que hubiera sido muy fácil identificarlos como migrantes.
Los documentos que analiza fueron obtenidos por la organización National Security Archive.
US Cables Raise Questions about Mexico Migrant Massacres – artículo de Insight Crime.
Anniversary of Migrant Massacre in Mexico Brings Few Answers – artículo de Insight Crime.
La información que soporta a esta investigación se obtuvo de distintas fuentes, además de la oficial del gobierno mexicano: